♥♥♥ POEMAS ♥♥♥


POEMA DEL HIJO
Gabriela mistral

¡Un hijo, un hijo, un hijo! Yo quise un hijo tuyo
y mío, allá en los días del éxtasis ardiente,
en los que hasta mis huesos temblaron de tu arrullo
y un ancho resplandor creció sobre mi frente.

Decía: ¡un hijo!, como el árbol conmovido
de primavera alarga sus yemas hacia el cielo.
¡Un hijo con los ojos de Cristo engrandecidos,
la frente de estupor y los labios de anhelo!

Sus brazos en guirnalda a mi cuello trenzados;
el río de mi vida bajando a él, fecundo,
y mis entrañas como perfume derramado
ungiendo con su marcha las colinas del mundo.

Al cruzar una madre grávida, la miramos
con los labios convulsos y los ojos de ruego,
cuando en las multitudes con nuestro amor pasamos.
¡Y un niño de ojos dulces nos dejó como ciegos!

En las noches, insomne de dicha y de visiones,
la lujuria de fuego no descendió a mi lecho.
Para el que nacería vestido de canciones
yo extendía mi brazo, yo ahuecaba mi pecho...

El sol no parecíame, para bañarlo, intenso;
mirándome, yo odiaba, por toscas, mis rodillas;
mi corazón, confuso, temblaba al don inmenso;
¡y un llanto de humildad regaba mis mejillas!

Y no temí a la muerte, disgregadora impura;
los ojos de él libraron los tuyos de la nada,
y a la mañana espléndida o a la luz insegura
yo hubiera caminado bajo de esa mirada...

II

Ahora tengo treinta años, y mis sienes jaspea
la ceniza precoz de la muerte. En mis días,
como la lluvia eterna de los polos, gotea
la amargura con lágrimas lentas, salobre y fría.

Mientras arde la llama del pino, sosegada,
mirando a mis entrañas pienso qué hubiera sido
un hijo mío, infante con mi boca cansada,
mi amargo corazón y mi voz de vencido.

Y con tu corazón, el fruto de veneno,
y tus labios que hubieran otra vez renegado.
Cuarenta lunas él no durmiera en mi seno,
que sólo por ser tuyo me hubiese abandonado.

Y en qué huertas en flor, junto a qué aguas corrientes
lavara, en primavera, su sangre de mi pena,
si fui triste en las landas y en las tierras clementes,
y en toda tarde mística hablaría en sus venas.

Y el horror de que un día, con la boca quemante
de rencor, me dijera lo que dije a mi padre:
«¿Por qué ha sido fecunda tu carne sollozante
y se henchieron de néctar los pechos de mi madre?»

Siento el amargo goce de que duermas abajo
en tu lecho de tierra, y un hijo no meciera
mi mano, por dormir yo también sin trabajos
y sin remordimientos, bajo una zarza fiera.

Porque yo no cerrara los párpados, y loca
escuchase a través de la muerte, y me hincara,
deshechas las rodillas, retorcida la boca,
si lo viera pasar con mi fiebre en su cara.

Y la tregua de Dios a mí no descendiera:
en la carne inocente me hirieran los malvados,
y por la eternidad mis venas exprimieran
sobre mis hijos de ojos y de frente extasiados.

¡Bendito pecho mío en que a mis gentes hundo
y bendito mi vientre en que mi raza muere!
¡La cara de mi madre ya no irá por el mundo
ni su voz sobre el viento, trocada en miserere!

La selva hecha cenizas retoñará cien veces
y caerá cien veces, bajo el hacha, madura.
Caeré para no alzarme en el mes de las mieses;
conmigo entran los míos a la noche que dura.

Y como si pagara la deuda de una raza,
taladran los dolores mi pecho cual colmena.
Vivo una vida entera en cada hora que pasa;
como el río hacia el mar, van amargas mis venas.

Mis pobres muertos miran el sol y los ponientes
con un ansia tremenda, porque ya en mí se ciegan.
Se me cansan los labios de las preces fervientes
que antes que yo enmudezca por mi canción entregan.

No sembré por mi troje, no enseñé para hacerme
un brazo con amor para la hora postrera,
cuando mi cuello roto no pueda sostenerme
y mi mano tantee la sábana ligera.

Apacenté los hijos ajenos, colmé el troje
con los trigos divinos, y sólo a Ti espero,
¡Padre nuestro que estás en los cielos!, recoge
mi cabeza mendiga, si en esta noche muero.






  ALFONSINA STORNI



Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.

Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.

Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.


                            


GABRIELLA MISTRAL


Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!




POEMAS DE PABLO NERUDA



Antes de la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales,
fueron las cordilleras, en cuya onda raida
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.

El hombre tierra fue, vasija, párpado
del barro trémulo, forma de la arcilla,
fue cantaro caribe, piedra chibcha,
copa imperial o silice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la empunadura
de su arma de cristal humedecido,
las iniciales de la tierra estaban escritas.

Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron
o se inundaron de silencio o sangre.

No se perdió la vida, hermanos pastorales.
Pero como una rosa salvaje
cayo una gota roja en la espesura
y se apagó una lámpara de tierra.

Yo estoy aquí para contar la historia.
Desde la paz del búfalo
hasta las azotadas arenas
de la tierra final, en las espumas
acumuladas de la luz antártica,
y por las madrigueras despenadas
de la sombría paz venezolana,
te busque, padre mío,
joven guerrero de tiniebla y cobre
o tú, planta nupcial, cabellera indomable,
madre caimán, metálica paloma.

Yo, incásico del legamo,
toqué la piedra y dije:
¿Quién me espera? Y aprete la mano
sobre un punado de cristal vacío.
Pero anduve entre flores zapotecas
y dulce era la luz como un venado,
y era la sombra como un párpado verde.

Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza de púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada
palabra aún no nacida de mi boca.



 POEMAS DE GABRIELA MISTRAL
                    
                                     


Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡le tendrás que escuchar!

Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
ruegos tímidos, imperativos de mar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!

Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.
Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que albergarlo rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!

Tiene argucias sutiles en la réplica fina,
argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer!

Te echa venda de lino; tú la venda toleras.
Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras
¡que eso para en morir!




DESIDERATA  (Cosas Deseadas)

   Camina plácido entre el ruido y la prisa y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.   En cuanto sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas.
  
   Enuncia tu verdad de una manera serena y clara, y escucha a los demás... incluso al torpe e ignorante; también ellos tienen su propia historia.
   Esquiva a las personas ruidosas y agresivas pues son un fastidio para el espíritu.  
   Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado... pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.  
   Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera por humilde que sea; ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.

   Sé cauto en tus negocios, pues el mundo está lleno de engaños, mas no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe... Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales.
   La vida está llena de heroísmo... Sé sincero contigo mismo; en especial, no finjas el afecto... ¡y no seas cínico en el amor! Pues en medio de todas las arideces y desengaños... es perenne como la hierba.

   Acata dócilmente el consejo de los años abandonando con donaire las cosas de la juventud. Cultiva la firmeza del espíritu para que te proteja de las adversidades repentinas... muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
   Sobre una sana disciplina... ¡sé benigno contigo mismo!... ¡Tú eres una criatura del Universo, no menos que las plantas y las estrellas!... ¡¡¡Tienes derecho a existir!!!... Y sea que te resulte claro o no... indudablemente el Universo marcha como debiera.

   Por eso... debes estar en paz con Dios, cualquiera que sea tu idea de Él. Y, sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones, conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida... Aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos... el mundo ss todavía hermoso...
   Sé cauto... ¡¡¡esfuérzate por ser feliz!!!                        


 (Max Ehrmann)

DIOS LOS BENDIGA
Blanca

Alfonsina Storni

Golondrinas
Las dulces mensajeras de la tristeza son...
son avecillas negras, negras como la noche.
¡Negras como el dolor!

¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!

Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!

¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos hasta mí!

Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad
de un volido tan sólo, eterno y más eterno
la inmensidad del mar...

¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?...
¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,
la fuente del amor?...

¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
¡Llevadme donde vais!

¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
que tengo el alma enferma porque no puedo irme
volando yo también?

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
llegaos hasta mí!

¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas
tejidas en azul!


Federico García Lorca

Alma ausente

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.


Federico García Lorca

Baile

La Carmen está bailando
por las calles de Sevilla.
Tiene blancos los cabellos
y brillantes las pupilas.

¡Niñas,
corred las cortinas!

En su cabeza se enrosca
una serpiente amarilla,
y va soñando en el baile
con galanes de otros días.

¡Niñas,
corred las cortinas!

Las calles están desiertas
y en los fondos se adivinan,
corazones andaluces
buscando viejas espinas.

¡Niñas,
corred las cortinas!




Amado Nervo

¡Oh Cristo!

Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh Cristo!

En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh Cristo!

¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes.
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas.
¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh Cristo!»


Antonio Machado

A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


Alfonsina Storni

Frente al mar

Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.

Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.

Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.






No es un poema , es una canción para mi la más hermosa y romantica que escuche .





Atardecer sin fin...



Atardecer mágico, sol caído que adormece
girasol que languidece su erguido talle



Amor decadente, pálida tez de brisa hiriente
cantil de Mar, saliente firme y doliente


Árbol acogedor... trinar de ramas ardientes
motrices levas paradas, dormitar de savia perenne


Lejano barco del deseo, horizonte inalcanzable
persigo el ocaso, alejando cuando estiro de tu brazo


Atardece besos ansiados, amor ebrio afortunado
acariciada orilla, calma de Mar, balsa de húmedo beso


Ínfima gota, afluente de lágrima, rió de sentimiento
desembocadura de labio, delta de sedimento eterno


Atardece verdes hojas caídas, presagio devenir...
corto amor... inmadura juventud en tardío destiempo




Niebla que silencia en espeso sueño... cerrojo silencio
callado abandono, herida que escuece, sal de tormento


Camino de despedida, testigo de atardecer de huida
privadas caricias... saciar de amores en deserción




Atardecer de arco iris, esperanza de calmada presencia
viento cálido... secando lágrimas de tormenta


Embarcadero de la razón, amor de fruto maduro...
corroído timón de viejo casco... amarre de corazón


Alba que torna oscura, reflejo intimo, acogedora luz de faro
*luciérnaga* que preciso hallar en la noche oscura


"Incandescencia de Luna" como tú ¡No habrá ninguna!
menguante o creciente "siempre llena” la noche oscura


Crepúsculo de Dioses, verdadera y mágica aventura
cueva de murciélagos que huyen de tu luz divina


Atrás quedaron atardeceres... insinuantes de caricias
"noches de ensueño" de deseo... que llenó de placer la luna


Atardeceres de playa... noches de suave almohada
sedas de piel, metamorfosis de mariposa oscura




Amor de arena blanca, como de blanca se viste la luna
morena de arena clara, rebozado reflejo de luz divina


Atardeceres que continua la noche... caudal de amores
albergue de polizón, escondido seductor de la ilusión


Tarde oscureció... en atardeceres de cortas madrugadas
en amor de "luna Llena" en amores de alboradas


Duermo en silencio... en sueños de atardeceres
en amores... en noches... en lunas


En el amor... sin ninguna duda



Enrique Tamayo Borrás 08/02/2012.


Precioso poema me encanta , lo felicito señor Enrique Borrás